Prueba 07. Memoria de relato escrito

INSTRUCCIONES DE ADMINISTRACIÓN

Se trata de responder a una serie de preguntas acerca del relato que han leído anteriormente.

Cuando desaparezca el texto, deben comenzar en la página siguiente por la pregunta 1 en adelante, hasta un máximo posible de 32 respuestas. Aprovechen el tiempo, que suele ser suficiente para que la mayoría acabe. En las respuestas dudosas se aconseja elegir aquella que crean concuerda mejor con el relato que han leído.

 

EXPLORANDO EL ESPACIO EXTERIOR

Una vez conquistada la luna, el hombre aspira a empresas infinitamente más complejas: aspira nada más y nada menos que a explorar el Sistema Solar. Pero el satélite más cercano, Venus, está ya a 40 millones de kilómetros de la Tierra, y Marte casi al doble de distancia. Para esos viajes no se puede hablar de días, sino de meses, y de años cuando se piensa en otros planetas más lejanos.

Pero los límites de permanencia de los astronautas en el espacio, aún no permiten aspirar a esos vuelos. Por otro lado, en viajes tan largos es mucho más probable que surjan problemas difíciles de resolver sin los medios adecuados. Por eso, para tales vuelos, de momento solo se piensa en enviar naves espaciales sin tripular que realicen estudios, envíen fotografías, preparen y exploren el terreno, esperando a que mejore la tecnología espacial.

Rusia fue la primera en aceptar el reto en el año 1960, lanzando el Vénera I, nave de más de 600 kilogramos de peso, que falló en su intento de llegar a Venus. El segundo intento, también ruso, fue el Mars 1, que, después de 4 meses y de haber recorrido más de 100 millones de kilómetros, perdió contacto con la Tierra y se perdió en el espacio infinito. Estados Unidos tuvo más éxito en sus primeros lanzamientos, porque tuvo la precaución de enviar dos naves gemelas para cada misión: el programa se llamó Mariner. El Mariner II llegó cerca de la superficie de Venus, fotografiándolo. El Mariner IV tenía aún una misión aun más ambiciosa: Marte. Después de un vuelo accidentado obtuvo una serie de fotografías históricas: en ellas aparecen con toda claridad más de 60 cráteres, cuyos diámetros varían entre los 120 y los 5 kilómetros.

Rusia siguió enviando naves a Venus y, por fin, en 1968, los Venera V y VI alcanzaron su objetivo y lograron hacer impacto en Venus. Cuando se interrumpieron las comunicaciones, los radares altimétricos registraban una altura de vuelo superior a los 20.000 metros y una presión de más de 27 atmósferas, lo que posiblemente trituraría las cápsulas.

Numerosas naves mucho más perfeccionadas siguieron viajando hasta Marte, logrando posarse en su superficie y realizar análisis de muestras recogidas en el terreno: por supuesto enviaron nítidas fotografías de la superficie marciana. De momento no parecen existir indicios de vida en ese planeta, lo que ha desilusionado la imaginación de tantos escritores que concebían la posibilidad de habitantes inteligentes.

Otro proyecto largamente acariciado en el campo de la astronáutica ha sido el de conseguir estaciones espaciales tripuladas que puedan en el futuro hacer de descanso intermedio, de abastecimiento y de taller de reparaciones en el espacio.

El 19 de abril de 1971, Rusia lanzó su primera estación orbital, la Salyut I: tenía forma cilíndrica con tres secciones de diferente diámetro que, en conjunto, recordaba a un catalejo desplegado. Medía 10 metros de longitud por 4 metros de diámetro máximo y pesaba más de 16 toneladas. Cuatro días después la nave Soyut X atracó junto a ella con tres astronautas a bordo, pero no pudieron transbordar por problemas mecánicos. Dos meses más tarde, la Soyut XI pudo atracar sin dificultad y tres astronautas pasaron a la Salyut, en la que estuvieron 23 días, realizando numerosos experimentos científicos. Al volver en la nave Soyut hacia la Tierra, una válvula debió abrirse y los tres astronautas perecieron instantáneamente, completando el descenso con piloto automático.

Los Estados Unidos también lanzaron al espacio una nave orbital: el Skylab. Alrededor del cuerpo principal del Skylab se había instalado un módulo con 8 telescopios, equipo para fotografiar la Tierra, diversos paneles de células fotoeléctricas y una esclusa con dos portezuelas para atracar las naves Apolo que servirían a la tripulación para sus viajes de ida y vuelta entre la Tierra y el laboratorio espacial, marcando sucesivos récords de permanencia en el espacio.

La investigación en astronáutica sigue teniendo infinitos horizontes y cada paso no hace más que ensanchar y abrir nuevos cauces, en realidad insignificantes avances, dada la inmensidad del Universo.